Todos somos conscientes de los retos asociados a la supervisión a distancia. El primero, y más importante, es la falta de energía disponible. Se pueden utilizar paneles solares, pero son caros. Las redes locales de radiofrecuencia funcionan, pero son engorrosas de desplegar y la mayoría de las empresas no pueden permitirse el personal especializado necesario para gestionar redes tan complejas.